Introducción
En este trabajo, se analizan las capacidades productivas existentes en cada una de las cinco entidades que tendrán un impacto directo a partir de la implementación de las tres primeras ZEE en México (Estados-Zona de aquí en adelante), con el objetivo de identificar las oportunidades de diversificación y sofisticación industrial que posee cada región, como punto clave de la primera etapa de la implementación del modelo. Bajo el análisis sistémico de las capacidades productivas locales, es posible generar un diagnóstico detallado de sus estructuras económicas y de las oportunidades de transformación que surgen a partir de estas. Los resultados son una base sólida para la toma de decisiones públicas y privadas sobre el tipo de empresas que deben atraerse o generarse en estas regiones, así como para el diseño de políticas públicas encaminadas a potenciar su competitividad mediante la explotación de las ventajas comparativas locales, lo que finalmente puede contribuir a la transformación estructural de las economías más rezagadas de la región sur del país.
Partiendo de la hipótesis de que cada entidad tiene una estructura económica particular, y por ende diferentes oportunidades de diversificación productiva,1 resulta pertinente evaluar cuál es el potencial de transformación estructural que cada Estado-Zona posee. Utilizando la metodología de complejidad económica propuesta por Hausmann, Hidalgo et al. (2014), y la información de población estatal ocupada al nivel de clasificación económica más desagregado de los Censos Económicos 2014, se infieren sus capacidades productivas mediante la identificación de las clases de actividad económica (CAE) en las que cada uno está especializado. A partir de ello, se estima una medida de complejidad de las industrias en México,2 así como de distancia, en términos de capacidades, para identificar las industrias manufactureras de mayor complejidad en las que no están especializados, pero que resultan más viables de que se desarrollen, dadas las capacidades productivas existentes.3 De forma puntual, esta metodología permite calcular distintas métricas que, a su vez, permiten: i) conocer las CAE en las que se especializan los Estados-Zona; ii) dimensionar las capacidades productivas que cada par de CAE comparte; iii) establecer un nivel de la distancia, en términos de sus capacidades productivas, que cada Estado-Zona tiene para desarrollar una nueva CAE; iv) clasificar, con base en su grado de complejidad, las CAE que se desarrollan en México.
Bajo este método de análisis, la relevancia de este trabajo reside no solo en identificar qué nuevas industrias manufactureras son más viables para ser desarrolladas en cada Estado-Zona, sino que además se identifican cuáles de ellas, dado su nivel de complejidad, pueden contribuir en mayor medida a la acumulación de capacidades productivas que eleven el crecimiento económico local, pues tal como se ha documentado, en el nivel internacional y nacional inclusive, existe evidencia para afirmar que la medida de complejidad económica está positivamente relacionada con el nivel de riqueza y la tasa de crecimiento de las regiones.
Los resultados son un insumo valioso para quienes hacen política pública y para quienes toman decisiones relacionados con el modelo de ZEE. En primer lugar, revelan las diferencias de las estructuras económicas de cada Estado-Zona en el nivel de clasificación más desagregado, lo que permite caracterizarlas de mejor manera y, al mismo tiempo, poner de relieve la necesidad del diseño de políticas públicas específicas, para cada región. En segunda instancia, estimar la medida de distancia de capacidades hacia las actividades en las que los Estados-Zona no están especializados, permite dimensionar el nivel de esfuerzo necesario, en términos del capital humano, infraestructura, instituciones, tecnología, así como en el diseño e implementación de políticas públicas, para lograr desarrollar nuevas industrias que sean competitivas en el país. Finalmente, los resultados son contrastados con la información publicada por la Secretaria de Hacienda y Crédito Público (SHCP) en torno a los tipos de industrias que se privilegiarán en cada región, habiéndose encontrando ciertas discrepancias que sugieren un debate más profundo sobre esta política industrial.
Como limitaciones del artículo debe mencionarse que los resultados son un marco inicial para el análisis de las posibilidades de diversificación productiva de las regiones, lo que abre la puerta para desarrollar nuevas investigaciones relacionadas con el análisis de las cadenas productivas locales y el desarrollo de clústeres que permitan integrar las ZEE con la economía regional y nacional. En este sentido, el análisis de redes a partir de las matrices insumo producto resultan una gran oportunidad para desarrollar nueva investigación.
El trabajo está organizado de la siguiente manera. En la sección 2, se incluyen los Antecedentes de la investigación y el Marco Teórico que sustenta la metodología utilizada. En la sección 3, se describen los Datos y la Metodología utilizados para inferir de forma empírica la especialización actual de los Estados-Zona, la complejidad económica de estos y de las CAE, así como la medida de distancia de cada economía hacia nuevas actividades productivas. En la sección 4, se presentan los Resultados de las estimaciones. En la sección 5, se ofrecen los Comentarios finales y las recomendaciones de política pública.
1. Antecedentes y marco teórico
La política industrial se refiere a las políticas que emprenden los gobiernos para estimular actividades económicas específicas, que promuevan el cambio estructural de sus economías (Rodrik, 2008). Estos esfuerzos, traducidos comúnmente en subsidios gubernamentales, créditos, acceso privilegiado a licitaciones públicas o protección comercial dirigida a empresas o industrias particulares, buscan complementar la política de competencia y fomentar el crecimiento económico, con base en incrementos en la innovación y la productividad (Aghion, Boulanger & Cohen, 2011; Aghion, Dewatripont, Du, Harrison, & Legros, 2012).
En el caso de México, las reformas macroeconómicas implementadas en los años ochenta dieron un giro radical a la política industrial que se había seguido hasta ese momento, para priorizar la estabilidad, eliminar el proteccionismo comercial y reducir la intervención del Estado en la economía (Moreno Brid, 2016). Sin embargo, uno de los resultados de su implementación ha sido una brecha económica más amplia entre las regiones norte y sur del país (Chiquiar, 2005; Gómez & Ventosa-Santaularia, 2009).
Con el establecimiento del modelo de ZEE como polos de desarrollo en la región sur de México, surge una nueva política industrial que involucra a los tres órdenes de gobierno y que requerirá del diseño e implementación de políticas públicas generales y específicas en cada Estado-Zona: i) Chiapas, para el caso de la zona ubicada en Puerto Chiapas; ii) Michoacán y Guerrero, a partir de la zona del Puerto Lázaro Cárdenas-La Unión; así como iii) Veracruz y Oaxaca, para la zona del Corredor del Istmo de Tehuantepec, que considera los Puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz.4
Una ZEE se define como un área geográfica delimitada al interior de las fronteras de un país, en donde las reglas de negocios son diferentes a las que prevalecen en el resto del territorio nacional (Farole y Akinci, 2011).5 Habiendo iniciando en la década de los 70’s, en el este de Asía y Latinoamérica, los modelos de zonas económicas fueron diseñados para atraer inversión de corporaciones multinacionales intensivas en el uso de mano de obra. Esto permitía a los países en vías de desarrollo explotar su principal fuente de ventaja comparativa, la mano de obra barata, la cual se encontraba subutilizada, debido a los bajos niveles de inversión interna y a las barreras que impedían la inversión extranjera (Farole, 2011).
En el caso de México, de acuerdo con lo establecido en el artículo 1 de la Ley Federal de Zonas Económicas Especiales (2016), las zonas son consideradas áreas prioritarias del desarrollo nacional, y el Estado promoverá las condiciones e incentivos para que, con la participación del sector privado y social, se contribuya al desarrollo económico y social de las regiones en las que se ubiquen, a través de una política industrial sustentable con vertientes sectoriales y regionales. Por su parte, la SHCP ha anunciado que las empresas y personas físicas con actividad empresarial que inviertan en las ZEE, tendrán descuentos en el pago del Impuesto Sobre la Renta (ISR) del 100% en los primeros 10 años, y 50% en los siguientes cinco años. A estos incentivos se suman algunos otros relacionados con facilidades crediticias, administrativas, tratamiento especial en lo referente al Impuesto al Valor Agregado (IVA), principalmente.
Si bien en México existen algunos antecedentes relacionados con este modelo, como las Zonas Francas de Exportación mejor conocidas como Maquiladoras, es importante distinguir que las actividades económicas dentro de las ZEE son mucho más integrales, ya que abarcan un mayor número de industrias y sectores, así como el desarrollo de cadenas de valor y clústeres locales (Wong & Chu, 1984; Farole, 2011). Adicionalmente, los cambios en el contexto macroeconómico y regulatorio en el nivel internacional, así como la complejidad de instrumentar esta política industrial en el largo plazo,6 han puesto de relieve que el éxito alcanzado en algunas zonas del este de Asia y Latinoamérica no ha sido uniforme para el resto los modelos implementados en el mundo. Estos cambios han significado que las ventajas del modelo original de zonas resulten cada vez más limitadas y que algunos de los principios básicos de las ZEE, como los incentivos fiscales y la mano de obra barata, ya no resultan fuentes sostenibles de competitividad.
Al respecto, diversos estudios del Banco Mundial resaltan que la sostenibilidad económica del modelo de ZEE depende de su capacidad de generar externalidades positivas al facilitar la modernización y la transformación estructural de la economía local que conlleven a mejorar las condiciones socioeconómicas de la población.7 Este principio de transformación estructural en el cual se basa el éxito del modelo implica producir nuevos bienes con nuevas tecnologías y transferir recursos de actividades tradicionales hacia estos nuevos (Rodrik, 2008). En otras palabras, para que las zonas económicas tengan éxito en el largo plazo deben contribuir a la diversificación y sofisticación productiva regional (The World Bank Group, 2008; Zeng, 2010; Farole y Akinci, 2011).
En este contexto, definir qué empresas serán atraídas a los Estados-Zona y qué industrias se desarrollarán en ellos con base en las ventajas comparativas y vocaciones productivas presentes o potenciales de cada una de ellas, es una de las decisiones más importantes en la primera etapa de la implementación del modelo, pues de ello dependerán en buena medida los resultados económicos estáticos en el corto plazo observados en el nivel internacional, a partir de la implementación del modelo: incrementos en la inversión extranjera directa, el empleo, las exportaciones y el crecimiento económico. A su vez, la definición de las industrias a desarrollar modelará el diseño e implementación de políticas públicas específicas que permitan alcanzar los resultados económicos dinámicos y los resultados socioeconómicos del modelo de ZEE en el mediano y largo plazo.8
La literatura científica que trata de explicar el crecimiento económico sostenible a través del desarrollo de las industrias es extensa. Por un lado, distintos modelos de crecimiento endógeno han tratado de explicar cómo la competitividad de las industrias incide en el crecimiento económico; estos modelos consideran al capital humano, la innovación y el conocimiento como factores determinantes para detonar el crecimiento económico de los países y las regiones. Krugman (1987) formalizó por primera vez la idea de que la evolución de la ventaja comparativa y la tasa de cambio tecnológico son determinadas de forma endógena. En su estudio determina que la productividad de un sector depende de la acumulación de la experiencia productiva que ese sector requiere, misma que se logra a través de un proceso de ‘aprender haciendo’. Por su parte, el modelo de ventaja comparativa dinámica de Grossman y Helpman (1991) establece que si los derrames de conocimiento se dan a nivel internacional, el patrón de equilibrio del comercio internacional será determinado únicamente por la provisión de los factores. En este estudio, la especialización a partir de la ventaja comparativa implica que si una economía está relativamente bien dotada del factor de producción que es usado de forma intensiva en la producción de alta tecnología, incrementará la cantidad de recursos dedicados a dicha producción, mientras lo contrario aplicará a la economía con baja dotación de este recurso. En otras palabras, un país menos desarrollado que posee un nivel de conocimiento tecnológico más bajo se especializará en bienes relativamente menos sofisticados (Aghion y Howitt, 1999).
En su estudio de casos para 10 naciones, Porter (1990) destaca la necesidad de involucrar a las empresas y al gobierno en el diseño e implementación de estrategias nacionales, para competir internacionalmente. Este modelo establece que la ventaja competitiva de las naciones depende de la capacidad de sus empresas para innovar y desarrollar las capacidades necesarias para competir en segmentos industriales nuevos y más sofisticados, donde la productividad es más alta. El estudio concluye que los estándares de vida de una nación dependen de la capacidad de sus empresas para alcanzar altos niveles de productividad, tanto de los recursos humanos como del capital, y de incrementarlos en el tiempo. Una de las contribuciones más importantes es el concepto de clúster de la industria, como un sistema interrelacionado de empresas proveedoras y clientes en un mismo espacio geográfico que, a través del intercambio dinámico y la comunicación, se presionan y se animan mutuamente a mejorar e innovar (Delgado, Porter, & Stern, 2014).
La metodología de complejidad económica, desarrollada por Hausmann, Hidalgo et al. (2014), sugiere que el crecimiento sostenido y prosperidad de los países dependen de la complejidad económica de sus estructuras productivas, es decir, del número de actividades económicas en las que está especializado y de la complejidad que emerge de las interacciones entre estas (Hidalgo, Hausmann, & Dasgupta, 2009). Esta metodología está sustentada en la creciente literatura sobre geografía económica evolutiva, la cual establece que el desarrollo económico regional es considerado como un proceso endógeno que depende de su trayectoria histórica y de las competencias previas, tales como de: la tecnología, instituciones, habilidades laborales y estructura de la industria. No obstante, existen algunos casos estudiados en el noroeste y suroeste de China, donde ha sido posible desarrollar industrias que rompen con esta trayectoria y se ha logrado transitar hacia sectores productivos más complejos y distantes de su propia red de producción (Guo y He, 2015). En la mayor parte de los estudios sobre esta área, se concluye que es más probable que las regiones sigan su propia trayectoria industrial, y que desarrollen nuevas industrias que estén relacionadas con aquellas en las que tienen ventaja comparativa (Martin y Sunley, 2006; Boschma y Frenken, 2006; Boschma y Martin, 2007; Frenken y Boschma, 2007; Hidalgo, Kingler, Barabási y Hausmann, 2007; Neftke, Henning y Boschma, 2011; Boschma y Frenken, 2011).
La relevancia de esta metodología aplicada al análisis del potencial de las ZEE radica en el grado de desagregación con la cual se pueden analizar las estructuras económicas de las regiones y que bajo su enfoque sistémico, permite identificar el total de las capacidades productivas existentes, y cómo estas se relacionan con el resto de la economía nacional. Como métricas relevantes, esta metodología permite estimar una medida de proximidad entre cada par de CAE, a partir de la probabilidad de ser producidas conjuntamente con ventaja comparativa, lo que permite, a su vez, inferir el grado de similitud de las capacidades productivas que estas actividades comparten; así como una medida de distancia, en términos de las capacidades productivas, que la entidad posee y las que se requieren para desarrollar las actividades económicas en las que no está especializada. Finalmente, para el caso de México, esta metodología cobra especial relevancia a partir de estudios como el de Chávez, Mosqueda y Gómez-Zaldívar (2017), en donde se ha encontrado evidencia para afirmar que a partir de la medida de complejidad económica es posible explicar las disparidades económicas que se observan en el país, dado que está positivamente relacionada con el nivel de riqueza y la tasa de crecimiento de los estados.
2. Datos y metodología
2.1 Datos
Las diversas estimaciones de este artículo parten de establecer la estructura económica relativa de cada entidad del país. Para ello, se utilizan los datos de población ocupada total (POT)9 por entidad federativa para cada CAE (código a 6 dígitos) del Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte 2013 (SCIAN, 2013), utilizado en los Censos Económicos 2014, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de México.10 Específicamente, nuestros datos iniciales de POT están agrupados en una matriz de dimensión de 32 renglones y 883 columnas.11
2.2 Cálculo de la matriz de especialización por entidad federativa
A partir de la matriz , se calcula la ventaja comparativa revelada que posee cada entidad (Balassa, 1965), que da como resultado una matriz dicotómica, ceros y unos, que indica las CAE en las cuales está especializada cada entidad. De manera análoga, se puede decir que esta matriz refleja la localización de las CAE en el territorio nacional. Para ello se utiliza la definición de cociente de localización ( ), comúnmente usada en la literatura de ciencia regional:
donde es el número de personas ocupadas en la entidad e y la CAE c; es el número total de personas ocupadas en la entidad e; es el número total de personas ocupadas a nivel nacional en la CAE c; y es el número total de personas ocupadas a nivel nacional. Cada entrada de la matriz se define de la siguiente manera:
En la metodología, se propone usar el umbral , lo que implica que la entidad e está especializada en la CAE c, si el porcentaje de POT en esa CAE con respecto a la POT de la entidad es igual o mayor que el porcentaje análogo a nivel nacional.
Una vez especificada la matriz , la usamos para definir dos dimensiones, diversidad y ubicuidad, de la estructura económica de los estados. Estas dimensiones nos servirán para calcular las medidas de complejidad económica por entidad y por CAE, así como las medidas de proximidad entre las CAE y las medidas de distancia de la entidad hacia las actividades económicas en las que cada estado no está especializado. Estas se definen,
La diversidad es un vector de 1 renglón y 883 columnas, que indica el número de diferentes actividades económicas en las cuales cada entidad está especializada. Cada una de sus entradas es la suma de los renglones de la matriz , cuyos valores están entre uno y 883. La diversidad se considera la medida básica de la cantidad de conocimiento productivo que cada entidad posee, y que se manifiesta a través de su variedad productiva.
La ubicuidad es un vector de 32 renglones y 1 columna, que muestra el número de entidades que están especializadas en cada CAE. Cada una de sus entradas es la suma de las columnas de la matriz , cuyos valores se encuentran entre uno y 32. La metodología considera que la ubicuidad aporta información importante a la medida de diversidad, para inferir el tipo de capacidades productivas que cada entidad tiene.
2.3 Método de reflexiones (MR)
El MR se emplea para combinar las dos medidas que describen la estructura productiva de cada una de las entidades del país, diversidad y ubicuidad, y de esta combinación surgen las medidas de complejidad económica de los estados y de la complejidad de las CAE. Estas medidas consisten en calcular iterativamente el valor promedio de los valores previos de diversidad y ubicuidad, comenzando con sus valores iniciales definidos en las ecuaciones (2) y (3).
Las ecuaciones (4) y (5) describen el proceso iterativo para obtener los valores subsiguientes de diversidad y ubicuidad, respectivamente. En el primer caso, la matriz se multiplica por el vector inicial de ubicuidad y se divide entre los valores iniciales de diversidad. Mientras que en el segundo, la matriz se multiplica por el vector inicial de diversidad y se divide entre los valores iniciales de ubicuidad. Formalmente, el proceso iterativo se define de la siguiente forma:
para , donde N se refiere al número de la iteración. En cada iteración, se observa la clasificación que tienen las entidades de acuerdo a . Las iteraciones continúan hasta que la clasificación de los estados no cambia en tres iteraciones consecutivas (se alcanza un punto fijo). Los valores finales en sirven para clasificar a las entidades de acuerdo con su nivel de complejidad económica. A partir de los valores finales de complejidad económica de las entidades , se calcula la complejidad de las CAE usando la ecuación (5) para obtener un final.
2.4 Cálculo de la proximidad entre las CAE
De acuerdo con la metodología, la proximidad entre dos actividades económicas es una medida que cuantifica el conjunto de conocimientos o capacidades similares que requieren ese par de actividades. Formalmente, es la probabilidad condicional de que una entidad se especialice en la CAE c, dado que está especializado en c’. Utilizando la matriz , esta proximidad está dada por:
donde y representan la ubicuidad de la actividad económica c y c’, respectivamente.
En nuestro caso, la matriz es de dimensión 883*883 y cada una de sus entradas toma valores entre cero y uno.12 Los valores más cercanos a uno indican que las actividades c y c’ comparten un mayor número de capacidades y, por ende, tienen una mayor proximidad. Los valores cercanos a cero indican que las dos actividades no comparten muchas capacidades productivas o que no están muy próximas.13 La matriz se utilizará para calcular la medida de distancia que tiene cada uno de los Estados-Zona hacia las actividades económicas más complejas que se producen en México.
2.5 Cálculo de la distancia de capacidades
Con el fin de determinar el potencial que cada Estado-Zona posee para desarrollar nuevas actividades productivas, requerimos de una medida que cuantifique la distancia, en términos de las capacidades, que cada uno de ellos posee respecto de las CAE en las que aún no está especializado. La medida de distancia se refiere a la similitud entre las capacidades requeridas por un par de bienes, a partir de la probabilidad de que sean producidos conjuntamente, con ventaja comparativa. Para cuantificar esa similitud se infiere que, si dos bienes comparten la mayor parte de las capacidades requeridas para ser producidos, los estados que están especializados en el primero tendrán una mayor viabilidad para especializarse en el segundo. Así pues, la medida de distancia en términos de capacidades se basa en la medida de proximidad, es decir, la probabilidad conjunta de que un estado que produce el primer bien, también producirá el segundo.
De forma específica, la medida de distancia de capacidad es la suma de las proximidades que conectan a la nueva actividad c con todas las actividades económicas en las que la entidad e no está especializada. Esta medida se normaliza dividiéndola entre la suma de las proximidades de todas las actividades y la actividad c. Formalmente se define, como:
Si una entidad está especializada en las actividades económicas que están muy próximas a la actividad económica c, en la que no está especializada, entonces la medida de distancia de capacidad será pequeña, cercana a 0. En caso contrario, si la entidad se especializa en actividades económicas que no están próximas a la actividad c, la distancia de capacidad hacia esta será mayor, cercana a uno.
En la sección de Resultados, se muestran las estimaciones de las medidas descritas en la metodología: 1) el ranking de los estados y de las CAE, con base en la medida de complejidad; y 2) el potencial de diversificación y sofisticación productiva para cada Estado-Zona, con base en la identificación de las industrias manufactureras menos distantes y con mayor complejidad.
3. Resultados
3.1 Análisis de complejidad económica
Con base en la matriz de especialización, en el nivel nacional, se estiman las primeras medidas de complejidad económica, diversidad y ubicuidad, para ilustrar la posición que guardan los Estados-Zona con respecto al resto de las entidades en México. Como se observa en la figura 1, tres de los cinco Estados-Zona (Guerrero, Chiapas y Oaxaca) se encuentran en el cuadrante superior izquierdo, lo que indica que no solo son estados especializados en pocas actividades económicas (baja diversidad productiva), sino que las actividades en las cuales se especializan también son producidas por varios estados (alta ubicuidad). Por su parte, Michoacán y Veracruz están ubicados en el cuadrante superior derecho, lo que significa que tienen una diversidad productiva por encima del promedio nacional; sin embargo, la ubicuidad promedio de sus actividades económicas también se encuentra por encima de la media nacional. Para efectos de comparación, en el cuadrante inferior derecho se ubican las entidades más diversificadas, cuyas actividades económicas poseen una ubicuidad por debajo del promedio nacional, lo que de inicio sugiere una mayor complejidad económica.

Fuente: Elaboración propia con datos de los Censos Económicos 2014 del INEGI.
Figura 1.
Diversidad y ubicuidad promedio de las clases de actividad económica
Utilizando las medidas iniciales de complejidad y el MR (fórmula 4), se estima la medida de complejidad económica. El cuadro 1 presenta la clasificación de los estados con base en el índice de complejidad económica estandarizado (ICE).14 El ICE refleja el número y grado de sofisticación de las capacidades productivas que cada estado posee. Valores altos del ICE indican que los estados están especializados en diversas actividades, y que estas pueden ser producidas relativamente por pocos estados. De forma inversa, valores bajos del ICE indican baja diversidad productiva y/o baja sofisticación de las capacidades productivas existentes en la región.
Cuadro 1.
Clasificación de los Estados con base en el ICE
Fuente: Elaboración propia con datos de los Censos Económicos 2014 del INEGI.
El ICE tiene un rango que va de -1.56, para el estado menos complejo del país, hasta 2.05, para el estado más complejo del país. Como se puede observar, estos resultados confirman lo que las primeras medidas de complejidad ilustraban en la figura 1, donde los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas, ubicados en el cuadrante superior izquierdo, ocupan los últimos lugares en términos de complejidad económica en el país, lo que sugiere economías poco diversificadas y con baja sofisticación productiva. A su vez, los estados de Veracruz y Michoacán, ubicados inicialmente en el cuadrante superior derecho de la figura 1, aunque en mejor posición que el resto de los Estados-Zona, se encuentran también dentro de la última sección del ranking de complejidad en el nivel nacional, debido a la alta ubicuidad de sus capacidades productivas. A partir del ICE, es posible afirmar que la designación de las ZEE está sustentada en el hecho de que esta política industrial se implementará en cinco de los estados menos complejos del país.
Por otro lado, como se mencionó anteriormente, a través de MR también es posible generar un índice de complejidad estandarizado de las actividades económicas (ICC). Aunque esta métrica se obtuvo para cada una de las 883 CAE que componen la estructura económica de México con base en los Censos 2014, nuestro análisis final se centra en las 288 CAE que conforman las industrias manufactureras del país, de acuerdo con el SCIAN 2013.15
El ICC refleja el grado de sofisticación de las capacidades productivas de cada CAE, ponderada por la diversidad promedio de los estados que están especializados en ellas. Valores mayores del ICC indican que dicha actividad económica es producida con ventaja comparativa, revelada por pocos estados, y que estos poseen un mayor número de capacidades productivas, es decir, están especializados en diversas actividades.
Para efectos del análisis final sobre el potencial de diversificación y sofisticación industrial de los Estados-Zona, es importante resaltar que el ICC toma valores que van de -2.32, CAE manufacturera menos compleja, hasta 3.14, CAE manufacturera más compleja; el ICC promedio de las CAE manufactureras es 0.43.
3.2 Potencial de diversificación y sofisticación industrial de los Estados-Zona
Las oportunidades de diversificación y sofisticación manufactureras de los Estados-Zona se infieren a partir de la medida de distancia que posee cada entidad respecto de las CAE en las que no están especializadas. Como punto de partida del análisis, en la figura 2, se grafican las CAE manufactureras con base en su complejidad y la distancia de capacidades, que posee cada Estado-Zona para desarrollarla. Para efectos de referencia, se incluye el estado de Nuevo León.

Fuente: Elaboración propia con datos de los Censos Económicos 2014 del INEGI.
Figura 2.
Potencial de diversificación manufacturera de los Estados-Zona
Como se observa en la figura 2, para los Estados-Zona existe una clara relación positiva entre las medidas de distancia y de complejidad de las CAE. Esto significa que, dado que estos estados poseen pocas capacidades productivas, o de baja sofisticación, las CAE manufactureras más complejas en las que dichos estados no están especializados, se encuentran a mayor distancia de ser desarrolladas. Como referencia, el caso contrario se presenta para Nuevo León, el estado más complejo del país, en donde las CAE manufactureras más complejas en las que no está especializado se encuentran a menor distancia, dado el nivel de capacidades productivas que la entidad posee.
Este análisis inicial nos permite dimensionar el reto de lograr la transformación estructural de las economías del sur del país a partir del modelo de ZEE. Asimismo, en términos de la acción del Gobierno, nos sugiere que se deben seleccionar estratégicamente las industrias a desarrollar en cada Estado-Zona, pues dadas las capacidades productivas que estas poseen, se requerirán de muchos recursos y de políticas públicas específicas en cada región para garantizar que estas se puedan desarrollar exitosamente.
A continuación, se presentan los resultados resumidos por subsector manufacturero para cada Estado-Zona. Nuestro análisis se centra en identificar el tipo de empresas y de industrias manufactureras más viables a desarrollarse en cada Estado-Zona, con base en las capacidades productivas que poseen. Los cuadros presentan las medidas promedio de distancia y complejidad a nivel de subsector económico (3 dígitos del SCIAN 2013). La columna titulada “Número de CAE” se refiere al número de actividades que conforman el subsector. Para efectos del análisis, las industrias manufactureras se ordenan con base en la distancia promedio de cada entidad16, y se resaltan en negritas aquellas cuya complejidad está por encima del ICC promedio del total de CAE manufactureras. A partir de los resultados, es posible identificar el tipo de empresas e industrias manufactureras que son más viables a desarrollar en cada Estado Zona, y que al mismo tiempo permitirían tanto su diversificación productiva, como un incremento en el nivel de complejidad económica local mediante la acumulación de capacidades productivas.
Chiapas. ZEE de Puerto Chiapas
El cuadro 2 presenta la clasificación de las industrias manufactureras para el estado de Chiapas. Con base en las medidas de distancia y complejidad promedio, las nuevas industrias que presentan las mejores oportunidades de diversificación y sofisticación productiva para el estado son: 336 Fabricación de equipo de transporte, 322 Industria del papel y, 326 Industria del plástico y del hule.17 En general, estos resultados coinciden con las vocaciones productivas identificadas por la SHCP (gob.mx, 2018a), salvo por la industria Electrónica y Eléctrica que puede relacionarse con los subsectores 334 y 335. Como se puede observar, estos subsectores poseen la mayor distancia dada las capacidades productivas que posee Chiapas actualmente, lo que en principio sugiere que se requerirá de un mayor esfuerzo en general para desarrollar estas industrias con éxito.
Cuadro 2.
Potencial de diversificación y sofisticación manufacturera de Chiapas
Fuente: Elaboración propia con datos de los Censos Económicos 2014 del INEGI.
Guerrero. ZEE de Lázaro Cárdenas-La Unión
En el cuadro 3, se presentan las oportunidades de diversificación y sofisticación manufacturera del estado de Guerrero, en donde destacan por su menor distancia: 322 Industria del papel, 331 Industrias metálicas básicas y 332 Fabricación de productos metálicos.18 Los resultados coinciden con lo publicado por la SHCP (gob.mx, 2018b) respecto de que las industrias Metalmecánica y Siderúrgica (subsectores 331, 332 y 333), se encuentran en buena posición para desarrollarse, dadas las capacidades productivas existentes en la entidad. Por otro lado, si bien la Agroindustria (subsector 311) se encuentra entre las industrias más factibles para desarrollarse, no hay que perder de vista que el ICC promedio de las actividades económicas que la integran, se encuentra por debajo del promedio manufacturero. Finalmente, la industria Automotriz (subsector 336), propuesta por la SHCP, se encuentra más distante que las anteriores, lo que significa que requerirá un mayor esfuerzo en términos del desarrollo de las capacidades productivas en la región.
Michoacán. ZEE de Lázaro Cárdenas-La Unión
En el cuadro 4, se resaltan las oportunidades de diversificación y sofisticación manufacturera para el estado de Michoacán. Dadas las medidas de distancia y complejidad promedio, las industrias que destacan son: 335 Fabricación de accesorios, aparatos eléctricos y equipo de generación de energía eléctrica; 323 Impresión e industrias conexas y, 325 Industria química.19 Con base en el diagnóstico de la SHCP (gob.mx, 2018b), estos resultados muestran que la entidad ya está especializada en la mayor parte de las industrias que se proponen desarrollar. Es importante señalar que dada esta especialización, la entidad cuenta con las capacidades productivas necesarias para desarrollar una de las industrias conformada por las actividades manufactureras más complejas, como es el caso del subsector 335, algo que hasta el momento no se contempla.
Cuadro 3.
Potencial de diversificación y sofisticación manufacturera de Guerrero
Fuente: Elaboración propia con datos de los Censos Económicos 2014 del INEGI.
Cuadro 4.
Potencial de diversificación y sofisticación manufacturera de Michoacán
Fuente: Elaboración propia con datos de los Censos Económicos 2014 del INEGI.
Oaxaca. ZEE de Salina Cruz
El cuadro 5 presenta la clasificación de las industrias manufactureras para el estado de Oaxaca, el segundo estado menos complejo de México. Considerando los resultados, las industrias con menor distancia y mayor complejidad promedio que destacan son: 339 Otras industrias manufactureras; 337 Fabricación de muebles, colchones y persianas y, 322 Industria del papel.20 Si bien, al momento del análisis no se contaba con un diagnóstico de la SHCP sobre las vocaciones productivas de esta ZEE, las oportunidades de diversificación menos distantes del estado de Oaxaca se relacionan con industrias cuyas actividades económicas se encuentran apenas por encima del promedio de complejidad de las CAE manufactureras. Esto sugiere que lograr una transformación estructural en esta entidad, puede requerir de un mayor esfuerzo.
Cuadro 5.
Potencial de diversificación y sofisticación manufacturera de Oaxaca
Fuente: Elaboración propia con datos de los Censos Económicos 2014 del INEGI.
Veracruz. ZEE de Coatzacoalcos
Veracruz es la entidad más diversificada de los cinco Estado-Zona analizados. El cuadro 6 presenta las oportunidades potenciales de diversificación y sofisticación manufacturera para el estado, destacando por su complejidad y distancia los subsectores: 332 Fabricación de productos metálicos; 326 Industria del plástico y del hule y, 322 Industria del papel.21 Los resultados muestran que tres de las industrias propuestas por SHCP (gob.mx, 2018c), ya se encuentran desarrolladas en el estado, las cuales son: la Agroindustria (subsector 311), y las industrias Química y Petroquímica (subsectores 324 y 325), por lo que se esperaría que una mayor atracción de este tipo de empresas no contribuirá en gran medida a su diversificación productiva. También, debe destacarse que en el diagnóstico de la SHCP no se menciona el subsector 332 Fabricación de productos metálicos, el cual, con base en las medidas de complejidad y distancia, se presenta como una buena oportunidad para darle continuidad y consolidar la industria Metálica en el estado.
Comentarios finales
La metodología de complejidad económica de Hausmann, Hidalgo et al. (2014), con un enfoque sistémico basado en la dependencia de la trayectoria de la evolución industrial, ofrece un marco sólido para el análisis de la diversificación y sofisticación productiva de los Estados-Zona. Bajo la premisa de que los estados mexicanos poseen una estructura económica particular, y por ende diferentes oportunidades de transformación estructural, en este artículo se analizaron las capacidades productivas existentes en los Estados-Zona, con el objetivo de identificar las oportunidades de diversificación y sofisticación industrial que posee cada región, como punto estratégico de la primera etapa de la implementación del modelo.
Mediante este análisis se resaltan las diferencias en las capacidades productivas que poseen los Estados-Zona, lo que determina el grado de complejidad de sus economías y las oportunidades de diversificación y sofisticación que se les presentan. Como se pudo analizar, las oportunidades más inmediatas de los estados menos complejos como Guerrero, Oaxaca y Chiapas están dirigidas principalmente hacia las industrias menos complejas, mientras que los estados de Veracruz y Michoacán se tiene mayores probabilidades de desarrollar industrias más complejas de la economía nacional. Estos resultados coinciden con la literatura internacional de complejidad económica, en el sentido de que mientras mayores capacidades productivas acumules, mayores serán tus posibilidades de diversificación y sofisticación productiva y, por ende, de crecimiento económico. En este punto, la labor del Gobierno durante la implementación del modelo de ZEE consistirá en potenciar estas oportunidades con una visión de largo plazo.
Cuadro 6.
Potencial de diversificación y sofisticación manufacturera de Veracruz
Fuente: Elaboración propia con datos de los Censos Económicos 2014 del INEGI.
Mediante este análisis se resaltan las diferencias en las capacidades productivas que poseen los Estados-Zona, lo que determina el grado de complejidad de sus economías y las oportunidades de diversificación y sofisticación que se les presentan. Como se pudo analizar, las oportunidades más inmediatas de los estados menos complejos como Guerrero, Oaxaca y Chiapas están dirigidas principalmente hacia las industrias menos complejas, mientras que los estados de Veracruz y Michoacán se tiene mayores probabilidades de desarrollar industrias más complejas de la economía nacional. Estos resultados coinciden con la literatura internacional de complejidad económica, en el sentido de que mientras mayores capacidades productivas acumules, mayores serán tus posibilidades de diversificación y sofisticación productiva y, por ende, de crecimiento económico. En este punto, la labor del Gobierno durante la implementación del modelo de ZEE consistirá en potenciar estas oportunidades con una visión de largo plazo.
Los resultados son relevantes tanto para los hacedores de políticas públicas como para los empresarios que piensan invertir en las ZEE. Para los primeros, se pone de relieve la necesidad de diseñar políticas públicas específicas para cada industria y región con base en el nivel de desarrollo de sus capacidades productivas. En este sentido, la medida de distancia de capacidades entre estado e industria debe ser vista como un indicador del nivel del esfuerzo necesario en términos de la formación de capital humano, infraestructura, instituciones, tecnología, e incluso del esfuerzo en el diseño e implementación de políticas públicas que se requerirán para lograr desarrollar las capacidades productivas que requiere una industria. En términos de política pública, las ZEE que pretendan desarrollar industrias más distantes requerirán de una acción más coordinada de los tres órdenes de gobierno, para poder desarrollar las capacidades productivas requeridas, así como el desarrollo de las cadenas productivas y clústeres regionales. En cuanto a los empresarios, contar con información sobre las capacidades productivas existente en las regiones y con una medida que permita dimensionar la viabilidad de desarrollar sus empresas, es un punto crucial para la toma de decisiones.
Se debe resaltar el contraste de los resultados, basados en la literatura de geografía económica evolutiva y la experiencia internacional, con los diagnósticos de las vocaciones productivas publicados por la SHCP. Para todos aquellas industrias en los Estados-Zona que ya se encuentran especializados, será importante que las empresas que sean atraídas a dichas regiones incrementen el valor agregado de la producción, elaboren productos más complejos y aseguren la transferencia de conocimiento y tecnología hacia la región; de otra manera, su contribución será marginal al proceso de transformación estructural que busca este modelo. También, se recomienda revisar aquellas industrias que aparecen más próximas a desarrollarse en cada estado, con base en las capacidades productivas que poseen y que no aparecen en los diagnósticos de la SHCP. Finalmente, será importante incluir en un futuro el análisis de las oportunidades de diversificación hacia el sector servicios, pues tal como el modelo de ZEE chino ha demostrado, buena parte de la sofisticación productiva de las regiones se debe al desarrollo de estas actividades.
La experiencia internacional enfatiza que la sostenibilidad de las ZEE depende en gran medida de factores externos al modelo; por lo que, a partir de esta trabajo, es posible vislumbrar grandes oportunidades para futuras investigaciones aplicadas a las ZEE, relacionadas con el análisis de redes de Espacio-Producto y de Insumo-Producto, como herramientas para lograr integrar las cadenas de valor y los clústeres locales, así como para analizar la evolución de la estructura económica local y su integración a la economía doméstica nacional.